Cuando creamos una identidad corporativa para una marca y podemos ir más allá trabajamos en términos de branding. Intentamos crear acciones que favorezcan la imagen de la marca en cuestión hasta crear alrededor de ella una personalidad sólida y reconocible. Pero ¿es educada nuestra marca?.
Hace poco conocimos el caso de la marca CULITO from Spain a través de la facebook de Garabattagge Ilustra. Esta marca usó trabajos de ilustradores españoles como Conrad Roset o Fernanda Castro (Matrioska) como motivos en sus prendas de vestir sin el permiso o lucro por parte de sus autores.
La empresa alegó que las ilustraciones habían sido compradas en un banco de imágenes y que no era culpa suya que alguien hubiera registrado estas ilustraciones en otros países y que su compra había sido legal. Evidentemente, los autores de dichas imágenes mostraron su descontento pero la marca sigue amparándose en la legalidad de su acción pese a la ilegalidad del banco de imágenes en sí y al ya clásico “Internet es así”.
Sabemos de buena tinta que esto es más común de lo que debiera, pero ahora veamos la situación desde el punto de vista del branding.
La legalidad de una obra, un diseño o una ilustración es inapelable. Cualquier cosa que haga nuestra marca debe ser legal y eso nos evitará problemas esencialmente económicos y en segunda instancia a nuestra imagen.
El problema viene cuando la acción en sí es legal pero la marca tiene conocimiento de que no es así. Seguir adelante aferrándose a la legalidad puede que no tenga problemas económicos en un primer momento, pero sí hay una falta de ética por parte de la marca y esta actitud, si se hace pública, afectará económicamente a la marca cuando se la señale con el dedo por lavarse las manos.
El caso de CULITO from Spain es sólo un ejemplo de por qué debemos cuidar que los modales de nuestra marca sean intachables. La marca con la que trabajemos debe ser educada, empática y ética, y que esos valores se reflejen en sus acciones y su imagen.