Os lo voy a decir clarito aunque puede que a nadie le importe ya: es penoso ver cómo compañeros de profesión (consagrados o no) se pegan de hostias por ser el siguiente Jean Jullien y llevarse el mérito de ser el autor de un logo viral que acompañe a las imágenes de la desgracia de marras.
Los atentados sufridos en Barcelona el pasado agosto han dejado una vez más a la vista la carrera de velocidad de ilustradores y diseñadores por mostrar su «apoyo» con obras sencillas que se puedan viralizar en redes sociales, eso sí, con su firma bien grande. Podríamos bautizarlo como los cien metros lisos de la mezquindad. En esta ridícula competición se mezcla el oportunismo con las ganas de sacar pecho y de paso llevarse en el acto algunos followers a los que intentar venderle algo más tarde. Hacer pasar las ganas de tener notoriedad por una fingida solidaridad es algo deplorable.
Hay quien defenderá esta práctica, como la expresión de un sentimiento, y no seré yo quien lo coarte si esta fuera su verdadera naturaleza. El problema es que se nota a leguas que cuando no es así. La fama de los autores que se hacen virales y la desgraciada frecuencia de este tipo de incidentes hace que se conviertan en oportunidades de negocio en la cabeza de los profesionales que carecen de ética. Un «el muerto al hoyo y el vivo al bollo» de manual.
Ocurre lo mismo cada vez que fallece un personaje célebre. Es facilísimo identificar este tipo de profesionales porque es muy posible que te enteres de la noticia después de haber visto su pieza. No les quiero quitar mérito porque bien es cierto que trabajan rápido y conocen cómo moverse en redes para tener repercusión rápidamente, pero es interesante cómo intentan disfrazar de empatía lo que en realidad es puro narcisismo.
Trabajar con este tipo de sucesos es delicado porque son muchos los afectados, pero eso también les proporciona una cortina de humo ¿De verdad una familia que acaba de perder a un hijo o una madre se va a preocupar de si este o aquel ilustrador se quiere dar lustre a costa de un suceso tan desagradable? El día que esto pase a más de un autoproclamado ilustrador solidario se le van a caer los palos del sombrajo. Pero no os equivoquéis, no será una lección para nadie. Habrá toda una legión de personajes de la misma calaña echando leña al fuego para, de un solo golpe, librarse de la competencia y quedar como alguien realmente sensibilizado.
La práctica de estos diseñadores o dibujantes me recuerda a la de los periodistas y fotógrafos que, durante la Ley Seca, pasaban jornadas enteras esperando en la puerta de las morgues a que llegaran las noticias en forma de cadáveres aún calientes. Ellos alegaban que lo hacían para informar y de paso lograr imágenes impactantes para vender más ejemplares del periódico, pero ¿qué aportan las ilustraciones o los logos que se puedan inventar los ilustradores y diseñadores de los que os hablo a los afectados o a la sociedad? ¿visibilidad del hecho? ¿síntesis de la información?… ¿pero con qué objetivo? ¿el de proporcionar una imagen no desagradable para adjuntar a tu estado de Facebook sobre el suceso?. En ese caso estamos ante un servicio de primera necesidad (NO). A estos «profesionales» no es raro verlos dándose golpes en el pecho con una mano mientras empiezan a hacer hueco en la cartera con la otra.
Mucho se ha hablado de los límites del humor, pero no he escuchado a nadie rasgándose las vestiduras por los límites de la vanalización y (en un segundo paso) de la comercialización.
¿Qué será lo próximo? ¿Meterlo en tu currículum? ¿Pasarle un tarifario a la familia de los difuntos? Tiremos un poco de imaginación a ver si os sentís cómodos.
(primer plano) Hola, soy Tolo Sinestesia, ilustrador oportunista. (entra música tontipop y se abre el plano viendo a Tolo con una camisa hawaiana sentado en un sofá de terciopelo negro con cojines de banderas y acordonado con cinta de la policía) Soy especialista en lettering de mierda y dibujos plagiados, pero mi especialidad son los logos para desgracias. Mi falta de valores me ha llevado a viralizar mi trabajo para grandes hecatombes como ataques con armas químicas, represiones en manifestaciones feministas o incendios de parques naturales. (ráfaga de trabajos sobre la música) En este curso de Domestika os enseñaré paso a paso cómo viralizar vuestra ilustración solidaria. Desde el chequeo de la prensa digital, a la ejecución atropellada de la pieza y la publicación en las diferentes redes sociales en el momento más intenso. (sube la música y aparece Tolo haciendo como que llora delante de unas velas y un ramo de flores en el suelo, luego dibuja en una libreta, luego usa una tablet, luego lanza las flores al aire jugueteando) Trabajaremos la rapidez, la elección de colores en función de la banderas de los países o colectivos afectados, la simplicidad estética y la corrección política para entrar en los corazones del público, ganar sus likes y puede que la venta de alguna camiseta (sube de nuevo la música y se ve en cámara rápida a Tolo probándose disfraces de refugiado, de manifestante antitaurino y de bombero a lo Pretty Woman) . Las únicas herramientas que vais a necesitar son: un punto de acceso a Internet, un ordenador con software de diseño, conocimientos cortitos de ilustración y diseño, un nivel alto en el manejo de redes sociales y muy muy poquitos escrúpulos. Inscríbete ahora en este curso para que tus imágenes solidarias den la vuelta al mundo y sean (Tolo se levanta) la bomba (explota el sofá sobre el que estaba sentado Tolo y sobre el humo negro se sobreimpresiona el logo de Domestika
La próxima vez que se muera un personaje célebre que os toque la fibra o que os sintáis indignados por algo, no dudéis en expresarlo con toda la libertad del mundo. Pero si pensáis por un momento cuándo publicar ese tuit con vuestro logo para que tenga más repercusión o qué filtro ponerle a vuestra ilustración para que encaje mejor entre el resto de vuestro feed de Instagram, considerad que sea posible que no estéis lanzando un mensaje desde el fondo de vuestro corazón, sino más bien desde el fondo des vuestras carteras.
PD. Este artículo lleva escrito desde hace meses, pero no lo publiqué en su momento por no caer en esa corriente de abucheos y vítores entre bandos de una guerra que no importa a nadie.