Se lo debes a Internet

Se lo debes a Internet

Opinión

Cariño, siéntate, tenemos que hablar. Esta relación no está siendo del todo justa, Internet te aporta demasiado y tú sólo recibes. Tienes que ser consciente de que si esto no cambia vais a tener que romper la relación tarde o temprano.

Si eres un usuario medio puede ser normal que te limites a rebotar el vídeo bochornoso del famoso de turno, la dentellada política que case con tu manera de pensar, la imagen con el mensaje motivador con el que te apetece rellenar tu timeline o el recordatorio de que eres amigo de Facebook de tu amigo de toda la vida desde hace 2 años. Pero ese no es tu caso, amigo publicista.

Si eres una agencia de publicidad o un profesional del sector, se supone que tienes las herramientas y el conocimiento suficiente para redactar una entrada, generar una imagen original o pensar en una propuesta interesante ¿Podrías fusilar el contenido de Yorokobu, Gràffica, Neo2, Belio Magazine, Experimenta o Jot Down y tener más likes en tu publicación? Sí, pero ¿es entonces realmente tu publicación? y ¿cuántas personas van a rebotar el mismo contenido que tú?. Esa no es manera de enseñar lo que puedes aportar en tu trabajo, simplemente es una manera de demostrar que estás suscrito al feed de una revista o de una página de contenidos específicos.

Si, ya sabemos que los trabajos de otras personas son maravillosos y reseñables, pero fusilando ese contenido no te estás haciendo ningún favor. Dale a Internet contenidos originales y puede que alguien piense que lo que has hecho es también maravilloso y reseñable, e incluso puede que decidan publicarlo en sus muros. Aunque puede que eso no lo sepas nunca porque para saberlo hay que trabajar.

No basta con repasar tu timeline, copiar los enlaces que te gustan e irlos publicando poquito a poco para ser la gota en la piedra de tus contactos. Necesitas sentarte, pensar en temas atractivos, redactar una entrada interesante, publicar una fotografía que pueda casar con tu estilo, hacer una ilustración que demuestre lo que vales, inventar una adivinanza, reinterpretar el refranero, crear tu propio diccionario… Hay demasiadas cosas que puedes hacer y lo peor es que no haces ninguna. Tampoco pedimos que el 100% del contenido sea producción propia, pero que al menos al pasar por tu página se impregnen de un criterio y un sello propio que transmitan una coherencia.

Internet es un calzonazos y jamás te pedirá que hagas por él ni una mínima parte de lo que él hace por ti, pero siéntate y piensa por qué abriste la página de tu agencia o tu perfil profesional en las redes sociales. Si son la imagen que quieren que tus clientes vean de ti, hazte un favor y no intentes engañarlos llenando tu muro con buenos trabajos de otras personas o de cantidades ingentes de basura oportunista.

Aún así, si insistes en que el mayor porcentaje de publicaciones en tus redes sociales sean ajenas, al menos cita a las fuentes y a sus autores. Etiqueta al autor de esa imagen, ese artículo o ese vídeo, y si no lo sabes investígalo y luego publícalo. Hasta eso puede ser suficiente para que el buenazo de Internet quiera seguir teniendo algo contigo.

Lo que lo Está Petando

Lo que lo Está Petando

Opinión

Al igual que el cornudo es el último en enterarse de que su mujer le es infiel, el cliente es el último en enterarse de lo que necesita para estar de rabiosa actualidad y acercar su producto así al público objetivo por la vía de la inmediatez. Así es como en publicidad la actualidad sufre un extraño fenómeno cuando pasan por el tamiz del cliente, ya que posee el poder de parar el tiempo.

Los publicistas tienen el deber de estar al día de todo lo que pasa en el mundo y de las nuevas herramientas y ocasiones perfectas para promocionar los productos que tengan entre manos. Pero en innumerables reuniones, tras una aguda exposición de campañas por parte de agencias y profesionales de la publicidad, el cliente se inclina hacia atrás, tuerce la boca, chasquea la lengua y dice… «¿Sabéis? Lo que lo está petando ahora es…»

Nada bueno puede salir a partir de ese momento. El cliente crea un engendro basado en lo que ha visto por la tele o lo que le ha contado su sobrino. Los publicistas intentarán enderezar la situación pero la campaña está ya herida de muerte. Cuando vea la luz, lo que estaba ya de moda cuando se enteró el cliente ya no sólo tendrá poco efecto, sino que influirá negativamente en la marca por retomar un tema que ya está manidísimo.

No hay una solución clara, porque bien es sabido que cuando un cliente y una agencia empiezan una relación (si los términos no quedan cristalinos) se basará en un tira y afloja entre lo que el cliente cree mejor para su producto basándose en que «él lo conoce mejor que nadie”, y por otro lado la agencia que pondrá todo su esfuerzo en que la campaña sea efectiva y de calidad porque han estudiado el caso a conciencia y “quieren hacerse una portfolio de calidad”. Normalmente este pulso lo gana el cliente y lo cobra la agencia.

Ahora mismo están pasando por la cabeza de un cliente como este todos los hitos que hace tres años eran tendencia. A saber: los selfies, los códigos QR, la realidad aumentada, los 80s, los filtros de Instagram, los emojis de Whatsapp, los motivos geométricos, logos que parecen iconos de aplicaciones… Y así todo un rosario de resobadísimos términos que salen a la luz en cada correo electrónico, en cada llamada de teléfono y en cada reunión.

Pensaréis que achacar la desactualización del sector a los caprichos de los clientes es una exageración. Quizá sea así, pero sólo quiero que penséis en todo el daño que ha hecho esta frase: lo que lo está petando ahora mismo es el rap. MUCHO DAÑO