El día que el trabajo dejó de buscarme

El día que el trabajo dejó de buscarme

Opinión

Hace 1.238 días que no actualizas tu currículum

Con este mensaje me recibe mi perfil de Infojobs después de millones de intentos por recordar la clave de acceso. La sensación al entrar es como el que vuelve a casa de sus abuelos después de muchos años. Es todo más o menos como lo recordabas, pero está todo tan cambiado… Tan vacío…

Entre los datos que puedes ver tienes la dirección de tu piso de soltero, un teléfono que ya no es el tuyo y una foto de un chico más joven y con más ilusión por aquello de que internet era la solución a la búsqueda de empleo. Ese chaval de la foto no tiene ni idea de que en publicidad, a los profesionales se nos pasa el arroz y no hay web que arregle eso.

Nos ha tocado una época jodida para buscar un hueco donde desarrollar nuestra actividad profesional, porque quien más y quien menos ha pasado su época de joven promesa trabajando. Pero trabajando buscando un puesto de trabajo.

Personalmente recuerdo abrirme cuentas en portales de empleo que posiblemente ya ni existan con la esperanza de que Internet proveería, y me consta que lo hizo. Fui a varias entrevistas y estuve trabajando gracias a una oferta de Infojobs, pero eso me hizo perder la perspectiva. Internet no te da trabajo o sueldo, sino que lo hacen las empresas del sector en mi ciudad (os hablo de mi caso) y la mayoría de ellas tenían ya fecha de caducidad cuando me inscribía en sus ofertas.

Aquellas webs de empleo a día de hoy ya habrán vendido mis datos a cualquier compañía telefónica o aseguradora. Sólo Infojobs salió más o menos adelante, y parece que ahora pretende ser una suerte de Linkedin con currículos desactualizados. Las empresas de publicidad que han sobrevivido al cataclismo de la crisis económica tienen que agradecerlo en parte a algo que aprendieron usando estos portales: Aunque tu oferta de empleo sea abusiva y pagues una mierda, de las 300 solicitudes no bajarás.

Seguro que sabéis de qué tipo de empresas os hablo. Son aquellas en las que conocéis más personas despedidas que contratadas y que tienen permanentemente la misma oferta de trabajo en la red, pero que con el tiempo van bajando el salario hasta que plantan un a negociar.

Posiblemente hayas echado una solicitud en alguna, hayas ido a una entrevista o hayas estado trabajando allí un añito. Lo que es seguro es que si has trabajado allí, el período de prácticas te lo has tenido que tragar de cabo a rabo sin ver ni un duro. Y ahí es donde está la clave.

¿Qué empresa no querría una oficina llena de jóvenes promesas ansiando destacar, por añadir una línea en un currículo virgen o sacrificándose tan sólo por sumar una página a su portfolio? En la actualidad hay agencias de publicidad que sólo tienen unos tres o cuatro puestos directivos fijos (o fijos discontinuos) y el resto de una plantilla de 20 personas son trabajadores en régimen de prácticas o en un contrato a prueba.

Estas son las empresas a las que llegado un día llamé, se interesaron por mi trabajo y al finalizar una entrevista me dijeron: joder, es una pena que no tengas 25 años, porque ya no podemos pagar un senior y tenemos que suplirlo con 5 personas de prácticas. A ver, ¿soy demasiado bueno o demasiado adulto como para ser contratado?

No falta quien apostilla un «es que ya tienes edad de montar tú algo». Pero esto lo dicen entre dientes, porque si lo haces posiblemente te los comas con papas sabiendo cuál es el secreto de su longevidad: chuparles la energía a los jóvenes profesionales que terminarán quemándose y yéndose, o directamente pegarles una patada en el culo antes de que la empresa esté obligada a cerrar un contrato digno con ellos.

Ya no llegan los avisos a mi correo electrónico. Todos los contactos de antiguos compañeros que aparecen en mi perfil trabajan en una gasolinera, de teleoperadores, han abierto un bar o están dando clases en la facultad (clases de sabe Dios qué, porque tienen a lo sumo 3 años de experiencia laboral en publicidad). El caso es que muy pocos profesionales de mi edad seguimos en el sector.

Llámalo pasión, romanticismo o que no sabemos hacer otra cosa, pero creo que los pocos que quedamos no tendríamos que  acabar batiéndonos el cobre con un becario para conseguir un contrato precario. Se gana más de cajero en el DIA a media jornada y encima te queda otra media jornada para dar rienda suelta a tu creatividad en la forma que sea ¿Quién sabe? A lo mejor terminas ganándote la vida haciendo lo que realmente te gusta aunque no tenga que ver nada con la publicidad.

Hoy voy a dedicar el día a borrar todo rastro de mi persona en estos portales de empleo. No quiero (ni merezco) ser reclamado por este tipo de agencias. Ellos no pueden permitirse una persona con mi experiencia, y yo no me puedo permitir soportar a más gilipollas.

¿Desea borrar su perfil? ACEPTAR

Del Bollicao al Tena Lady

Del Bollicao al Tena Lady

Variedades

¿Cómo se puede pasar de un erótico malentendido a confesar a toda España tu problema con las hemorroides? ¡Vaya, formulándolo así parece algo bastante sencillo! …pero no van por ahí los tiros. 

Me refiero a una actriz española. Seguro que sabéis cuál es. Yo la recuerdo perfectamente de aquel anuncio de café instantáneo que se caracterizaba por crear una sospechosa espuma y que en el que desde el otro lado de la sala hacía un movimiento con la lengua perturbadoramente sexual (será que me pilló en plena adolescencia). El caso es que no hace demasiado la he visto haciendo un papel de señora mayor que confiesa que sufre de hemorroides hasta que descubrió Hemoal.

Esto me ha hecho pensar en la familiaridad de los rostros que vemos en publicidad y que van saltando de producto en producto acompañándonos toda nuestra vida y por ende toda su carrera.

No me refiero al mítico mayordomo de Tenn (Peter Bland), que estuvo durante años demostrando que el algodón no engaña, y que ahora ha sido sustituido por otro mayordomo más joven, más guapo, pero sin duda muchísimo menos fiable (me da a mi que esas chicas no quieren al mayordomo para que les deje la cocina impecable). O el francés Bernard Le Coq, que no os sonará de nada hasta que os diga que fue el hombre de la tónica Schweppes durante casi 50 anuncios.

El tipo de actores de los que os hablo es difícil de verlos durar más de dos o tres campañas vinculados a una marca, pero se quedan en nuestras retinas y cuando nos los encontramos solemos exclamar un «joder, esta tía me suena de algo y no sé de qué…»

En España la mención a Curro (Pepe Frías) es obligada, ya que estuvo yéndose al Caribe hasta que nos aburrimos y lo sustituyeron. Luego lo hemos podido ver haciendo papeles secundarios en series y películas nacionales, pero mientras tanto podéis rastrearlo de anuncio en anuncio durante toda su carrera. Supongo que el lastre de Curro habrá sido tan pesado en sus futuros castings como rentable cuando renovó por la segunda campaña de Halcón Viajes.

Mi caso preferido últimamente es el de Cristina Gallego. Una actriz muy reconocible porque los papeles que ha tenido en publicidad siempre han sido muy llamativos. Seguro que os quedasteis con su cara mientras decía hazte así, o cuando tentaba a un par de adolescentes durante toda una campaña de Mediamartk. Si sois del gremio de la publicidad fue la afortunada actriz en interpretar a la madre en aquel impagable anuncio para la RAE.

Pues bien, hace poquito la he visto anunciando en un tono más sereno las bondades de una aseguradora. Parece que Cristina ha pasado a la siguiente fase: ha pasado de ser una alocada jovenzuela a una adulta cabal. Por delante le queda ser la madre responsable que le mete la bollería industrial a sus hijos en la mochila, la madura sin problemas en la cama gracias a un milagroso gel lubricante y más tarde la señora aspiracional con problema de talones agrietados. Personalmente le deseo un gran papel que la catapulte a otro tipo de formatos tan amables como rentables.

Mientras somos testigos de los avances en su carrera iremos cayendo en la cuenta de que, al igual que estos actores, nosotros también estamos madurando, y aquel joven que pretendía reunir todos los fascículos del coleccionable de su serie de animación favorita, hoy compara compañías de seguridad privada para no temer que le roben todas sus pertenencias mientras pasa unas penosísimas vacaciones en algún complejo hotelero que apeste a José Luís Moreno.