La no respuesta a los presupuestos que se mandan

La no respuesta a los presupuestos que se mandan

Opinión Querido cliente

Antes de nada me gustaría hacer una aclaración, quizá innecesaria, pero tampoco me cuesta nada. Soy consciente de que si una persona/empresa no ha aceptado un presupuesto, no es un cliente aún. Pero me vas a disculpar y para no llamarlos clientes en potencia, hablaré de ellos como clientes en general, al fin de cuentas los presupuestos son una pieza clave para nosotros.

Conozco de primera mano lo que es necesitar el trabajo de un profesional para resolver alguna necesidad, por lo que para nada me queda ajeno el hecho de que es necesario pedir presupuestos para contrastar entre ellos y quedarnos con el que más nos interese. Sin embargo eso tampoco me impide ver que ese presupuesto es fruto del trabajo de una persona que lo ha elaborado, sea mayor o menor y por tanto como mínimo debo dar las gracias.

Estoy seguro que no te sorprenderá si te digo que es habitual que te pidan un presupuesto y tras mandarlo se produzca un silencio absoluto. Siempre me ha parecido curioso teniendo en cuenta que no se suele cobrar por ello. Puedo entender que con el lío del día a día se te pueda pasar o que prefieras verlo con tranquilidad antes de decir nada, es lógico. Pero responder con un simple «gracias, lo he recibido» no cuesta nada y además transmites que valoras el trabajo de los demás. En mi caso, y supongo que en el de otros profesionales, a veces tengo que preparar presupuestos que requieren varios días porque necesitan mucho análisis previo. Es triste que después de entregarlo no vuelvas a saber de la persona.

Lo curioso es que en ocasiones, como si se tratase de un unicornio que surca el horizonte, una de estas personas con las que no has llegado a trabajar  regresa para pedirte otro presupuesto o incluso para pedir exactamente el mismo. Recuerdo a uno que cada cierto tiempo solicitaba precios y luego no contestaba durante meses hasta que volvía a hacer lo mismo. En la etapa final lo que hacía era responderle reenviando el primer email, con la esperanza de desatar alguna respuesta emocional en su psique.

Pero esto no solo pasa con clientes nuevos, también con recurrentes, como cuando por ejemplo eres un proveedor de otro profesional o empresa. Sienta regular que no te digan nada o que cuando hablas con el cliente varias semanas después, te diga que no te dijo nada porque el proyecto no salió. Eso mismo me lo podrías haber comentado cuando lo supiste, que parece que te cobro por palabras.

Probablemente lo peor que te puede pasar en estos casos es lo que me comentaba El otro Samu hace unos días: un cliente necesita x trabajo para tal fecha, mandas el presupuesto incluyendo una planificación de tiempos y tras semanas sin decir nada contactan porque lo quieren hacer inmediatamente, pero con los mismos tiempos y partida económica. Y no es que en unas semanas suelas cambiar de tarifa, pero los trabajos tienen un contexto temporal para un profesional; la carga de trabajo es variable y es probable que ahora tenga que echar horas extra o aplazar otros proyectos para llegar. Al final no te dejan demasiadas opciones y muchas veces terminas quedando mal sin ser culpa tuya, tratando de explicar que las cosas no se pueden hacer así.

Pero me estoy desviando del tema principal que estoy tratando aquí y el asunto de las prisas permanentes lo comentaré detenidamente más adelante en otra entrada.

Es por eso querido cliente, que si me pides un presupuesto te rogaría que al menos me contestaras una vez mandado, aunque sea solo para decirme que lo has recibido. Esto te lo digo sobre todo porque para pedir que lo haga con urgencia, como si se te fuera la vida en ello, no has tenido ningún problema.

No sé si este pequeño problema tiene realmente una solución o hay que asumir que será una constante. Me gustaría pensar que con el tiempo quizá se pueda llegar a reducir el número de veces que se da, pero al menos con clientes nuevos lo veo complicado. Si se te ocurre una idea en la que no sea necesaria la violencia, estoy abierto a sugerencias.

Y con esta disertación totalmente irrelevante, me despido hasta el próximo tema a tratar. Abajo te dejo el índice de la serie temática «Querido cliente» con los artículos actuales, por si gustas de dar un paseo.


Índice de artículos

  1. Introducción: Querido cliente, tenemos que hablar.
  2. Capítulo 1: La no respuesta a los presupuestos que se mandan.
  3. Capítulo 2: Usar WhatsApp para comunicarse. – Próxima hornada –

Querido cliente, tenemos que hablar

Querido cliente, tenemos que hablar

Opinión Querido cliente

Hola amigo lector, supongo que has llegado hasta aquí porque estabas buscando otra cosa y entraste sin querer. O quizá algún compañero desalmado ha recomendado este artículo desde una red social, así que no te culpo si tu primer impulso es salir corriendo. Pero ya que estás aquí, quédate un rato porque estaba a punto de tratar algunos temas que necesito aclarar con mi cliente. Quizá te interese y puede que hasta encuentres alguna que otra similitud entre mi día a día y tuyo. Si es así, no te cortes y deja tu comentario, el cual estaré encantado de borrar si no me gusta.

Vaya por delante que un servidor no representa a nadie que no sea a sí mismo, toda la posible estupidez y falta de criterio narrativo que encuentres en estas líneas es de cosecha propia y mis otros santos compañeros de Colectivo Miga no tienen culpa. Dicho esto voy al grano.

Querido cliente, ya sabes que llevamos algunos años juntos, pero es el momento de que nos sentemos a hablar porque lo nuestro no va bien. Te necesito como al aire para respirar, cualquier negocio sin clientes no es nada por mucha preparación y profesionalidad que se tenga. Sin embargo a veces olvidas que estás tratando con personas y no máquinas…

Como en una relación personal, las relaciones laborales también pasan por sus momentos altos y bajos. Con el tiempo me he dado cuenta que existe una absoluta falta de consideración por parte de algunos clientes al tratar con profesionales. Estos individuos te llegan a tratar en ocasiones como si les pertenecieras, llegando a hacer cuesta arriba nuestro día a día. Si bien es cierto que algunos son tremendamente irrespetuosos, la mayoría no suelen llegar a ese punto, se mantienen más bien entre un desprecio velado y un colegueo rancio.

Parte de la culpa la tenemos nosotros, no nos engañemos. Ya sea por novatos o bien intencionados, suele haber tendencia a empatizar con el cliente y trasladar sus preocupaciones a ti. Se trata de un ejercicio que de entrada no es malo, ya que pienso que esa cercanía te permite llegar a cotas más altas de entendimiento sobre lo que quiere. Al fin y al cabo es una gran parte de nuestro trabajo. Sin embargo tiene una cara B y es que esa cercanía puede llegar a hacer borrosa la línea que separa al cliente del profesional y ahí es donde pueden empezar los problemas.

Por supuesto también tengo que decir que hay personas con las que no llegas siquiera a mediar dos palabras cuando ya se están intentando aprovechar de ti. El porcentaje es más reducido, pero no por ello es menos molesto. Me he visto yendo a una reunión junto a mis compañeros, con un posible cliente, para hacerle una campaña de comunicación a la entidad que éste representaba y tras dos horas, que esta persona diese por supuesto que lo íbamos a hacer todo gratis porque eso «nos iba a abrir puertas». ¿En qué momento haces perder el tiempo de varios profesionales para proponerles que te ayuden a medrar en tu trabajo por la cara? Me recuerda a cuando ese comercial de una inmobiliaria te dice en la puerta de tu casa, con cara sonriente:

– Si te enteras de alguien que necesite un piso, me lo dices.

Sí claro, y si quieres te ayudo con la mudanza de los inquilinos. Es tremendo el asunto, perdemos un gran cantidad de tiempo haciendo entender que, como profesionales, cobramos por nuestro trabajo. Pero me estoy adelantando y ese es otro tema que tocaré más adelante.

Con estos mimbres, me he propuesto hacer una serie temática llamada «Querido cliente» , en la que hablaré sobre ciertos problemas que son recurrentes cuando tratas con clientes, desde la perspectiva del profesional.

No quiero que todo esto se entienda tampoco como una defensa férrea a todo los profesionales que existen. También podemos ver a algunos que abusan de su situación y las cuelan siempre que pueden. Quizá en otra ocasión aborde esta otra cara de la moneda, de momento me centraré en lo dicho porque hay mucha tela que cortar.

Pero para que no te vuelvas con las manos vacías tras una escueta presentación, te dejo el índice de la serie con los artículos disponibles en este momento y que iré ampliando progresivamente según haga las sucesivas publicaciones.


Índice de artículos

  1. Introducción: Querido cliente, tenemos que hablar.
  2. Capítulo 1: La no respuesta a los presupuestos que se mandan.
  3. Capítulo 2: Usar WhatsApp para comunicarse. – Próxima hornada –